Fecha: 01 de Marzo de 2018
Virtualidad casi realidad
Somos un nudo con cabos, juntándose a otros nudos con cabos formamos una red, siendo red de redes. Nos electrifican y en el acto estamos interconectados, creamos una nueva pulsación, un latido cibernético. Sin movernos del sitio en que estemos, llegamos a cualquier parte, sin diástole ni sístole, un sencillo clic sin ritmo nos conduce. La maravilla de las maravillas, la realidad percibida a través de ondas que se comunican creando un espacio lleno de semejanzas reales, estés en el punto que estés, tienes percepción de una comunicación directa, presencial, con otras personas, entidades, lugares. Sientes la conexión como algo vivo, participando de las sensaciones y emociones que se deriven del momento y situación en que te ubiques. Esa transportación tiene la eficacia de la presencia física, tal es su virtud, es más, tiene hasta la facultad de engrandecer los momentos, de derivarlos a paroxismos que en otra manera, lejos del mundo virtual, desconoceríamos. Nos hace protagonistas de aventuras imaginarias y tratamos de hacerlas reales en un espacio que es cibernético, teniendo las sensaciones y emociones en el grado y voluntad que deseamos. Podemos caracterizarnos como mejor nos parezca y viajar a cualquier estrato para formar parte de otras historias que se escriben con el mismo formato y semejante guión, todas las personas son protagonistas, todas. Está incluida esa posibilidad y, precisamente esa libertad de movimiento, da pie a que todo sea posible. Lo malo, lo regular, lo bueno son posibilidades a cualquier alcance: cualquier resultado puede ejecutarse: un hombre puede ser una mujer, una mujer un hombre, puede ser una niña de doce años un varón de cuarenta... . Se puede encontrar todo y de todo, es cuestión de saber preguntar, aún hay cierta sofistificación para algunos temas, pero en general, cualquier cosa se nos presenta a golpe de clic, desde encontrarnos con amistades de hace motón de tiempo sin noticias, hasta la venta de un riñón; la vida cotidiana en cualquier ciudad del mundo, hasta estudios de nanocuántica. Somos esa estrellita en la bóveda del espacio que a veces se considera una supernova, aún sabiendo que, en realidad, somos un nudo con cabos en una red invisible, si le falta la alimentación eléctrica.
Checafe