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Esa locura llamada amor

Fecha: 16 de Febrero de 2018

Ojalá no existiera esa forma de amar

Incluso los que no son, pretenden ser caminos del amor. Ese discípulo que vende al maestro por amor, si, recibe unas monedas a cambio, pero él lo hace exclusivamente por amor, pensando qué sería lo mejor para su mentor, hace que éste se vea en trance peligroso o abocado a su final. El hermano que a su hermano seduce y engaña por amor, convencido de que su actuar solo tiene el fin de mejorar la posición del pariente, mostrando unos pasos a dar que le parecieran adecuados para lograr el fin deseado por el primero y que a la postre solo le reportan ruina y desazón y, al proponente le queda el camino limpio para sus propósitos reales. El padre que proyecta sobre su hijo un futuro lleno de dicha y plenitud, eso que en su día él no pudo ni ver, y mucho menos poder proponérselo, pero que ahora comprende que debe actuar con amor y llevar a esa criatura a conseguir una posición acorde a las expectativas que él cree y asevera. Con un amor rayando en la tiranía, con una exigencia fuera de norma, con una devoción propia de un picajoso adiestrador, solo ve el fin que busca, no repara en los medios ni en quién los padece, no se apiada cuando su vástago, a quién dice querer, no responde correctamente a sus demandas, y lo somete a castigos y vejaciones. Está convencido de que ama a su hijo, que desea lo mejor para él, todo lo que hace tiene esa finalidad, la meta de ser triunfador en la vida, de tener posibilidad de poseer lo suficiente como para no pasar ninguna penuria y no depender de nadie. Triste amor en confusión. De esa locura solo puede crecer la consternación, el terror y a la postre el odio y la sumisión. Esos juegos y caricias fuera de las exigencias, son bálsamos que suavizan y minimizan los duros códigos del aprendizaje, pero ya no son suficientes y solo añaden aturdimiento que más adelante formará parte de los traumas de esa persona que creció conociendo el amor en envase de terror, de pánicos que alteraban sus conductas, sus seguridades quedaron debajo de sus zapatos y la vida tardaría mucho en mostrar colorido natural. Serían divanes de escuhantes los que le ayudaron a reciclar el amor, a conocer la simpleza de amar sin estigma alguno, de reconocerse capaz de ser, de admitir que lo importante es lo que uno quiere respetando el criterio de los demás, compartiendo o no. Cuántas maneras erróneas de mostrar amor, o pretendido amor, qué cegueras aportando desgracias y sinsabores, grandes torturas por partida doble, por quién las inflige y quién las recibe. Inconsciencias que van de la mano caminado por encima de las llamas del infierno, no acaban de consumirlos, pero si los deja con marcas indelebles mientras están en este mundo, que también llamamos valle de lágrimas. El discípulo y el maestro, el hermano a su hermano pariente, el padre a su hijo..., son algunas muestras de los caminos del amor, son muchas más las que quedan por mostrar, prefiero pensar que hay otros caminos que si son amor verdadero y entrega total y, que se ven correspondidos y agrandados en el regarse de cada día.

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