Fecha: 21 de Diciembre de 2017
Días en Diciembre y Enero llamados Navidades
Grandes iluminaciones en las calles, en los escaparates lucen toda clase de posibles regalos, las personas caminan abrigadas con bufandas y guantes. El agua ligera que cae, es nieve fina, que apenas moja. Grupos de adolescentes comentan donde irán a pasar estos días festivos, la voz alta, casi gritando y con mucha gesticulación. Los niños se asustan de ellos, se arriman quietos a sus padres, a los padres les produce una sonrisa la situación, pero a los abuelos, no les hace tanta gracia, se sienten atropellados y, algunos les increpan. Por el asfalto circulan muchos vehículos, dando bocinazos ante maniobras bruscas, o simplemente por tardar diez segundos en moverse cuando abre un semáforo. Motocicletas y bicicletas se mezclan con la masa rodante, las bicis, también se mezclan con los viandantes de manera prudente. El frio hace que apenas haya olores, cuando se abre la puerta de un establecimiento, nos sacude el aroma del café, del chocolate con churros, quizás de la sidra..., el humo de fumadores a la entrada de los bares y, en los parques la emanación caliente de las castañas asadas.
Son días de encontrados sentimientos, de añoranzas y recuerdos, alegres y tristes. A medida que pasan años se apoderan los tristes de más tiempos, ocupan la mente con melancolía que raya en la tristeza, llegando a la pena. Las musiquillas que son inalterables, que toda persona conoce por tradición, nos evocan infancias y regalos, cenas y discusiones familiares. A ritos religiosos y anuncios de grandes almacenes, a marcas de productos televisivos. Se reunen fraternalmente las personas que trabajan todo el año juntas y lo celebran cenando, entre risas, chascarrillos y comentarios jocosos; hay quien tiene mal digerir y regresa tarde a casa. Es tiempo de los niños de san Ildefonso, con sus voces atipladas, cantando números y cantidades de dinero, de manera repetitiva, durante toda una mañana, llevando al éxtasis a un montón de mujeres y hombres que resultan agraciadas con el azar de miles de euros. Invitan a turrones, mazapanes, polvorones, peladillas..., cava y sidra champanada, la alegría se desborda y anda cerca la envidia y tristeza de los que no tuvieron esa suerte, siempre surge la voz popular : "salud", para restar valor al dinero del azar.
Hace años que esta fotografía ha cambiado, la mayoría de las calles no luce iluminación especial, en muchas esquinas de calles hay personas de mirada perdida con un cartelito a sus pies, los contenedores de residuos son cacheados en busca de sustento, las colas en beneficencia son largas y tristes, rincones y cajeros sirven de techo a quienes duermen sobre cartones. Muchos niños no escriben a los Reyes Magos, no tienen ni papel, sus padres se alimentan de desesperación y beben la bilis que destila la sociedad. No hay música celestial ni belenes venerables, no hay fiesta de hermandad aunque estén casi toda la noche en vela. La lotería a la que juegan, es a la de sobrevivir, aun preguntándose para qué, sobrevivir en la miseria, en la extrema pobreza, siendo ignorados, invisibles, por sus semejantes con más dicha. Les queda un atisbo de esperanza, la vida pugna siempre, es una llamita que puede ser un incendio. Un viento puede desnudar a unos para vestir a otros, nada es definitivo habiendo esperanza. El orgullo de estar de pie, nadie lo puede quitar, al igual que los pensamientos, son personales; las diferencias que existen pueden ir disminuyendo o creciendo hasta dar la vuelta o desaparecer. Se puede tener ilusión por poquita cosa y, eso nos mantiene con vida, con esperanza y luchadores. Una sonrisa llama a la esperanza.
Checafe