Y eran más de las seis, y el bus atascado por tanto tráfico, y era jueves. Llegué al timbre de tu puerta preocupado, me abriste y tu sonrisa se llevó mi rabia de impuntual. Me invitaste a un café mientras tu te hacías un batido de los tuyos. Comenzamos a hablar, yo, de mis médicos y de lo que había trabajado y, hablando del rey de Roma... me sonó el móvil, era mi amigo del trabajo, te fuiste a la sala. Cuando me acerqué a ti, fuiste directa: ayer no podía escucharte, me distraía conduciendo y lo dejamos para mañana, piénsalo, así que dime. Me sentía nervioso, no sabía como empezar, pero empecé. Quiero acelerar el proceso en el manejo y estudio de lo que estoy haciendo y, para ello necesito todo el tiempo, tu asentías, pero buscabas respuestas a interrogantes personales: y que pasa con nosotros, tu y yo, ¿cómo nos programamos?, ¿cuándo nos veremos?.
Eran los prolegómenos de una tarde de amor, de hacer el amor, con palabras y silencios, con profundidad y acercamiento, con limpieza de alma y vísceras, incidiendo en esos puntos escondidos que apenas muestro, pero que tu intuición descubren con naturalidad inquebrantable: te quieres morir, pues muérete ya, no pierdas el tiempo sufriendo y haciendo sufrir a los demás.¿ A qué le tienes miedo?, no tienes por qué ser perfecto, ni mucho menos, te equivocaste como se equivoca todo el mundo,¿tienes miedo de perder a tus hijos? cuéntales que tu también fuiste un niño que no tuvo los afectos deseados, que creciste con once hermanos, que tuviste quince años y eras una persona inteligente y sensible. Me resbalaban las lágrimas recordando tanto mi niñez y adolescencia, como la de mis hijos, no podía hablar, solo escucharte: nadie te enseñó que era casarse, ni tener hijos, adquirir una responsabilidad de alcance desconocido, pero que luchaste por salir adelante. Pagaste un precio que hoy te reprochas, eres injusto contigo,¿ qué podrías haber hecho las cosas de otra manera?, posiblemente, pero las hiciste con arreglo al momento que viviste. Me fui serenando y las lágrimas lavaban mis pesares, me las secaste con ternura, me abrazaste y besaste con melosidad, cogiendo mis manos: tu eres el padre de ellos, tienen que saber todo lo que hiciste por ellos, el porqué de tu poco tiempo con ellos, lo mucho que los quisiste y los quieres, ¿qué tienes que perder? nada, pero si qué aclarar, por tu bien y el de ellos, claro que es duro, tócate la flor, la vida es dura, que me vas a contar a mi, si hice acceso a la universidad para mayores de veinticinco, y no sabía lo que era estudiar... .
Sufría, no es nunca agradable sufrir, por ir reconociendo esas verdades que ocultaba en mi espalda, como losas, tumores que minan,y, a la vez, iba vaciando sapos atravesados, desde el esófago a la boca, como quien se libera de una opresión axfisiante. Era duro tu discurso, era verdadero, me ayudabas a ser sincero, primero conmigo y consecuentemente contigo, sentí hacia ti una gratitud enorme, sabía que te quería y te quise mucho más, te quiero mucho más. Tu amor hacia mi, me hace fuerte, tu sinceridad honesta, hace que vea la pureza de tu amor, la valía de tu corazón, que casi no te cabe en el pecho. Gracias cariño por hacerme el amor de esta manera, nos sentimos tan unidos, en su diferencia, haciéndonos uno.
Checafe