Vidas cotidianas diferenciadas
Anidados, apiñados todos entre cartones y mantas descoloridas. Esa era su morada, su lugar de residencia, el paraiso nunca soñado, quién se lo iba a decir, a todos y cada uno, de los reuinidos en semejante lugar, que se encontrarían en este fragmento, en esta situación. Habían llegado de uno en uno, espaciados en el tiempo, a formar una familia de olvidados. El primero que se asentó, bajo aquel puente, estaba en el meridiano de su vida, un revés, en su vida cotidiana, le dejó sin timón, casi sin barco, perdiendo todo rumbo conocido. Sus ojos quedaron sin expresión, sus hombros se le cayeron, las manos mostraban un ligero nerviosismo. Empezó a errar, sus pies lo desplazaban sin dirección; era solo caminar, no tenía consciencia de nada: ni lugar, ni personas, ni cosas... . En algún momento, sintió fatiga y se sentó, en un banco de la ciudad, sin darse cuenta, se adormeció.
No supo en que momento, alguien, le tocó en el hombro, zarandeándolo suavemente, para saber si estaba vivo. Sin sobresalto, como un automata, se irguió, sus ojos sin mirada, quedaron posados en un rostro interrogante: "¿estás bien? ¿te ocurre algo?", no le salió una silaba de su boca, giró sobre sus pies, comenzando a abandonar el lugar, en cualquier dirección, hacia ninguna parte; seguía perdido en el laberinto de su mente, sin opción de razonar: se había extraviado y, ni eso sabía. Vagando, encontrose bajo el arco de un puente, y, en esa soledad y quietud, se postró. La espalda contra la pared, las manos sujetando la cabeza, los codos en la rodillas de las piernas dobladas. Le salieron tímidos suspiros, los ojos lacrimaban inconscientes, las manos revolvían todos sus cabellos, se sintió tiritando, aunque no tenía frío. Pasó asi no sabe cuanto tiempo; estiró las piernas, quedando sentado en el suelo, masajeó la cara con las manos, lavando sus lágrimas. Respiraba más sosegado, mirando su entorno, sentía una neutra tranquilidad. Unos pasos se oían cercanos, se giró obsevando dos siluetas, se le acercaron expectantes. Una mujer y un hombre con aspecto desdejado y risas etílicas, se quedaron perplejos ante el aspecto de la persona que se toparon: ropa limpia, algo arrugada, buen calzado, solo su cara les resultaba familiar, el semblante de perdido que mostraba. Hablaron de sus vidas y, quedó sorprendido cuando supo que, la pareja, eran casi veinte años más jovenes que él. Los avatares vividos por ella y él, lo llevaron a verse, a él mismo, iniciando semejante espiral. Decidió quedarse en compañía, escuchando, analizando... . Horas más tarde asomaron otras personas, traían carritos con sus pertenencias, algún perro, todos con la mirada triste, desesperanzados.
Contaban historias absurdas para matar el tiempo, sus miedos seguían tatuados en sus almas, estaban casi pegados unos a otros, pero sus corazones latían distantes, escasas confidencias íntimas, eran rocas quebradas, que el viento arrastró, creando un pequeño montículo, en el ojo del puente. El primero que había llegado, despertaba, cuando ya era la hora de repartirse los cartones y mantas para dormir, su angustia iba en aumento, no los despreciaba, se apiadaba; cerró los ojos y se tumbó. Era imposible dormir, lo suplicaba, necesitaba esa evasión, sentía las respiraciones, pasadas horas, reposadas, aletargadas, de sus camaradas nocturnos y su mente comenzaba a hilvanar pasajes propios. Clareaba el día, la luz invadía el reducto en el que se encontraba, desperezose, echó un vistazo a esos seres semejantes y empezó a caminar sobre sus pasos y encontrar esa senda que solo la mente fue capaz de extrviarlo. Afrontaría los miedos, encontraría la valentía para manejar sus pasos, vería en su interior todas las heridas que lo hacían disminuirse e, iría, con paciencia y resolución, poniéndoles cura para que cicatrizaran. Será duro, se dijo, pero la vida está llena de belleza, de lucha, si, de contratiempos que te doblan y tumban, pero, en mi, hay una fuerza que no conozco todo su alcance. Pensó en los marginados, aquellos que dejaron de luchar, aquellos que la vida significa NADA, y desde muy adentro subió un gesto parecido a una sonrisa.
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