No se llama Narciso, lo es, es monse, monseñor..., obispo de Oviedo, la expresión máxima del catolicismo en esta tierra. Siempre, o casi, tan sonriente, tan cercano, tan dispuesto, tan cristiano... .Me hace gracia la "gracia de dios", esa que concede unos derechos directos y exclusivos a ciertos individuos, que por esa misma "gracia divina", se consideran con unos privilegios inalcanzables para el resto de los mortales, y que el resto de los mortales, deben aceptar de forma natural y dogmática a la vez. Parecieran jesuscristos que nacieran por concepción inmaculada, destinados desde unas "alturas" a tareas pastoriles agotadoras, así se lo creen, y así lo practican. Salvo por algunos detalles, esa es su misión en este valle de lágrimas, en esta tierra de corderos descarriados.
Me pregunto cómo en estos tiempos de modernidad, de reconocimiento científico en avances que desmontan la "gracia de dios", aún sigan con rituales arcáicos y, lo que es peor, con prédicas basadas en el miedo y la falsedad, siendo ostentosos y carentes de la más mínima de las caridades, de la humildad, cómo se hinchan viéndose rodeados por un gran rebaño, donde están los elegidos y, los desheredados, todos reverenciando, bajando la cabeza y, besando su anillo como muestra de sumisión. Él y su sequito, pero sobretodo él, monse...ñor, en su arrogante soberbia excluye e incluye a su antojo, más bien según la medida de los capitales e influencias de esos feligreses con pedigrí, con esa sonrisa cínica, pareciendo comprensiva y cercana. Nada más lejos de la realidad, él forma parte de toda una corporación que se dedica, se dedicó y se dedicará, si no les ponemos coto, al saqueo de todo lo que les parece bueno para ellos "por la gracia de dios". Llevan sumando y sumando bienes inmuebles con total descaro y sin cortapisa alguna siglos, sin contar las fortunas heredadas de benefactores que recibieron "la gracia divina" a cambio del descanso eterno y el deber cumplido.