Fecha: 21 de Septiembre de 2018
Reflexión de estos tiempos presentes
ONDAS
Por todo lo que acontece uno siempre recibe ondas gravitacionales. Sucesos miles, a diario, invaden la intimidad con una frecuencia e impunidad asombrosa ocupando un espacio en nuestra receptividad consciente e inconsciente. Asombra la cantidad de acontecimientos a los que tenemos acceso en todos los campos y para todos los sentidos. Nuestro procesador procesa, pero nuestro estómago no es capaz de digerir tanto como le entra y nos sentimos empachados, hastiados. No por eso dejamos de procesar, imposible dejarlo, es una rueda que esparce constantemente, que alimenta sin tregua alguna llegando a cada rincón pensante. Son multidisciplinares, todos los pelajes entran en danza en algún momento, nos hacen cambiar el estado de ánimo, de humor, de sabor, de mirar… de sentir y vivir, por eso son polivalentes, no siendo más que ondas que nos envuelven y se presentan en los diferentes aparatitos de pantallas digitales con sus pitidos anunciantes de la última novedad acontecida.
Todo esto es algo que se me escapa, que va más allá de mis entendederas normales. Trato de comprender el significado, primero de la palabra y, luego de lo sustantivo del elemento a conocer. ¿Cómo puede ser que en tan poco tiempo hayan cambiado los códigos de manera tan drástica?, quiero decir que ahora tenemos a nuestro alcance un caudal de información imposible de abarcar y que dentro de ese caudal es complicadísimo saber que hay de cierto y de falsedad, cuanta manipulación campa a sus anchas amparándose en la insensata ignorancia, revistiendo contenidos de edulcorantes por unos intereses absurdos, en el afán de figurar en listados virtuales que crean tendencia sin ninguna base sólida, sin compromiso ético ni solidario, apariencia y burbujas de colores llenas de egos desvirtuando realidades colmadas de tristeza, dolor, pesadumbre, hambre…, rellenando espacios en unas mezclas anormales que pierden todo raciocinio e incluso la posible veracidad de hechos dramáticos.
Tanta comunicación, tantos medios mediante las ondas, deberían acelerar procesos de conocimiento, de cultura, de saber. Ocurre que no estamos dispuestos a esforzarnos, a implicarnos, es acomodo lo que padecemos y resulta complicado poner un tratamiento a semejante enfermedad, es más, ¿quién dijo que sea una enfermedad el acomodo?, ¿por qué? Si lo que hacemos a diario es sobrevivir, luchar por mantener la forma de vida en la que estamos inmersos sin tiempo de reflexionar un instante, absorbidos por la cuadratura de los números y las credenciales sociales. Si recapacitáramos, nos daríamos cuenta de que acomodo no es estar cómodo, si no encajado en un engranaje, como un eslabón más, otro ladrillo en el muro, un nudo más en la red, formando parte de una estructura succionadora que no deja resquicio y amenaza con desahuciarnos si tratamos de elevar quejas.
Necesitamos un baño de agua fría y cristalina, soltar las diferentes conexiones, aislarnos, y ver la escala de importancia que tiene cuanto nos rodea, desde lo más cercano, íntimo, hasta lo que nos pilla distante pero que forma parte de uno mismo, sabiendo que las ondas, todas las ondas, hasta las gravitacionales son intangibles invisibles y deberían de estar en una medida equilibrada. Aislados para conocer esto, aceptarlo y buscar la verdadera comodidad que es el estar a bien consigo mismo decidiendo que si y que no es válido.
Checafe