Paseo observando por camino de monte
Cuanto de descuidados somos cuando salimos al campo. Podemos ir bien equipados, buenas botas, ropa resistente, gorros, bastones de apoyo, mochila... etc., pero pocas veces llevamos bolsa que sea exclusivamente de residuos. Un algo donde tirar los deshechos, botes de aluminio, de plastico, restos de comida, bolsas que contenían algún alimento, paquetes de tabaco, colillas... en fin, son muchos y variados los restos que "olvidamos" en un medio que tardará muchisimo tiempo en asimilar y, mientras tanto puede causar muchos males, contaminar es el más grave, amén del daño directo que puede ocasionar a los animales y vegetales. Como en tantos aspectos de la vida, nos falta la educación necesaria, el conocimiento básico de unas normas esenciales, para el desarrollo normal de una actividad.
Los animales y plantas, los ríos y montes, están en su medio y, siendo "salvajes", no son para nada torpes o descuidados, muy al contrario. Todos los animales conocen como se deben comportar, saben por dónde se puede estar y pasar, el lugar de comer, dormir, criar; no causan ningún mal, si acaso, por su supervivencia, atacan otros animales o invaden zonas de cultivo y frutales. Las plantas son de una necesidad, que creo no conocemos en profundidad, imprescindible. Son el pulmón que necesitamos, el oxígeno que circula por nuestra sangre, la esencia para poder existir. Desde que nacen ocupan un espacio y, salvo catástrofe, alli se desarrollan para ofrecernos, además del aire limpio, cobijo, muchos y variados alimentos no solo a nosotros humanos, al resto de la fauna también, madera que utilizamos de mil maneras, resinas, lugares de esparcimiento y descanso, de belleza relajante en visiones de bosques y praderas casi interminables. Están, los vegetales, hasta en los sitios más insospechados: entre dos rocas asoma una plantita que mañana, si la respetamos, parecerá que las rocas tienen corazón, vida propia; invaden ríos, a veces los hacen invisibles; se pegan a rocas, llamando a más plantas; utilizan otras plantas para desarrollarse, trepando.
Los ríos, esa fuente natural que tanto necesitamos, que nos falta conciencia de que se pueden acabar, utilizándolos incorrectamente y sin miramientos, vertemos sobre ellos sobrantes sin distinción, no le damos la importancia extrema que tienen. Nos acercan el agua, bajándolo de las montañas; sirve de escenario lúdico, alimento para los vegetales, canalización, a través de sus aguas, de muchos servicios indispensables, y algo tan bello como es la contemplación del curso de cualquiera de ellos. Los montes son lugares preferenciales, allí se reunen flora y fauna y, en su vértice inferior, la mayoría de las veces, hay un río que dividen las laderas. Vemos animales domésticos, que en temporadas, permanecen meses a sus anchas, los salvajes están en su medio, hasta nosotros, cuando queremos y podemos, disfrutamos o explotamos para beneficios variados.
Cuanto bien podemos hacer solo con no hacer el mal. Tenemos muchas fuentes de información para conocer, saber; debemos madurar para transmitir otros valores, saber de riesgos y malos hábitos que debemos conocer para evitar males irreversibles, debe formar parte básica de la educación, del r e s p e t o a todo y a todos.
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